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PAUE BLOG - ES

Canto de la tierra

Sophie Gravier

Bajo la gran encina, al final del camino, que huele a agua de menta y lavanda, entre las balas de paja donde las abejas borrachas de sol son molestadas por las cigarras para distraer su trabajo incesante, un espectáculo tuvo lugar bajo la bóveda estrellada más hermosa. Una ceremonia sonora ofrecida por músicos que tocaron la sílfide de la montaña entre los espíritus del bosque.
 
Bajo la mirada cómplice de los Julien, creándose misteriosamente el nuevo sueño de una noche de verano, la sinfonía recobró su aliento. El de Laure y Robin se unieron en un tintinear de jade y cristal. Luego vino Gerald Franz con el saxofón y la trompeta, con el uso de sus instrumentos que echan a caminar, mientras tira de los bigotes a la oscuridad. En el árbol, John Adams dio voz al violín de Caroline. Conjunto de ramas entre las salpicaduras. Luego, la gran chacona de Bach acariciada por Rosanne, susurraba en un himno que rasgaba la luna. Ravel ha llegado. Lidy rompió la cuerda como una cabra que huye y encuentra al lobo en la noche. Un perro andaluz ladró. Entonces Bartok arrojó un rayo. De repente todo está tranquilo nuevamente. La voz de Sarah calentó a todos. Se reunieron humanos, animales, plantas y el jinn. Fue el momento de derribar los muros de Jericó para que la naturaleza lentamente reanude su mandato en el sueño de los juncos y el silencio de las piedras.
 
OB
 
Pause en La Donaira. Ayer con Julien Brocal, Julien Libeer, Caroline Goulding, Sarah Laulan, Lidy Blijdorp, Rosanne Philippens, Laure Stehlin, Robin de Scott Fleming, Gerald Preinfalk y Franz Hautzinger.

La Abeja y el agua

Sophie Gravier

Ayer saqué una abeja del agua. Ella luchó, agitando sus alas para nada. Parecía tan débil, tan determinante en su deseo de vivir, tan impotente a pesar de toda su ciencia exploratoria y tan solitaria, a pesar de la admirable solidaridad como trabajadora dedicada a su comunidad. Metí un palo en el agua, se aferró a él, agotada y cuando la puse en la hierba, se movió de nuevo, reanudando la vida poco a poco, antes de continuar con ella con su sonido vibratorio. ¿Cómo pudo haberse caído ahí? ¿Fue a beber? ¿Había creído ver un nenúfar? ¿Quería ver su reflejo en el agua y verse bella?
 
Al día siguiente, en el mismo lugar, volví a ver el cuerpo inerte de una abeja flotando en el mismo charco. ¿Era mi pequeña narciso suicida del día anterior? ¿Otra imprudente? Hice lo mismo otra vez, pero llegué demasiado tarde. La abeja se había unido a su creador. Estuve triste todo el día. Tristeza de las que dan dolor de estómago.
 
Me siento tan cerca de mi pequeña abeja que las lágrimas corren por mis mejillas y caen al suelo. Impulsada por el viento, una de mis lágrimas cae en el charco, que se vuelve más salado, más fragante, más brillante al sol. Y el reflejo del agua se ve como una flor.

ESPÍRITU

Sophie Gravier

Con el cristianismo, la revelación más extraordinaria, tan rica en las artes y la sabiduría, fue la invención del Espíritu Santo. El Padre y el Hijo no son suficientes, necesitamos el "aliento de vida" (pneuma en griego).

El Padre es Tradición, Tierra y Agua. El Hijo es lo que trastorna la tradición y hace que el mundo evolucione. Fuego y Aire. Necesitamos ambos tener lo que Goethe llama "raíces y alas". Sin raíces, uno está solo, perdido. "Der Welt abhanden gekommen", dice Rückert. Sin alas, estamos congelados, necróticos. Pero falta algo para conectarlos, de modo que el hombre comprenda que los polos opuestos son necesarios y complementarios.

Es el Espíritu Santo. O el aliento de vida. O solo el Espíritu. O tantas otras palabras que las civilizaciones sucesivas han imaginado declinar para apropiarse de esta brillante idea.

En música, es el vínculo misterioso que conecta el corazón, el intelecto, el alma y los dedos del artista en un movimiento, un arco, entre el momento presente y la eternidad.

En la vida, es lo que nos sumerge en nosotros mismos, en lo profundo, en el mundo, concentrados y abiertos. De lo contrario, es una locura o una dispersión.

El Espíritu Santo tiene otro nombre.

Esto es lo que hace que un pasaje de El Principito de Saint-Exupéry diga: "Solo ves con el corazón. Lo esencial es invisible para los ojos”.

Este es el espíritu de la música de Mozart, la Sal de la Tierra, el Poder del Fuego, el Milagro del Agua, la Gracia del Aire y lo que los une.

Este es el nombre de lo desconocido pronunciado por Turandot al final de la ópera de Puccini. "Su nombre es amor".

El Fuego de la Pasión

Sophie Gravier

El tercer concierto del Festival Pause estaba dedicado al Fuego. Una tautología de la escena. La fuerza del instante. Cuando Daniel Barenboïm pregunta a Pierre Boulez porque las indicaciones de tiempo de sus obras están tan lejos de la realidad cuando era director de orquestra, Pierre contestó: « cuando compongo, es agua. Cuando dirijo, es fuego. El tiempo no es el mismo.

Seguimos con la metáfora. La Tierra representa lo adquirido, la tradición la obra terminada que resiste al agua. El Agua, es una obra en evolución, un proceso de fabricación, la sensibilidad en acción. El Aire sería la inspiración, lo que viene del exterior y lo que viene del divino. El Fuego es la obra que nace, ahora, en el momento. El escenario es la prueba de fuego. Irónicamente la expresión “tirarse al agua” engaña ya que el agua apaga el fuego. Uno se tira al agua, pero no en el momento; en el momento uno se quema, coge riesgos. La música grabada nos aleja del fuego. La música clásica, con su complejidad, se aleha del fuego. El esfuerzo es grande para los interpretes de olvidar el trabajo, la técnica, los artificios para volver a encontrar la verdad. Maria Callas, es Fuego; Josef Hassid es Fuego; Leonard Bernstein es Fuego. Martha Argerich es Fuego

Con Manuel de Falla, estamos en la representación del Fuego. En Canciones populares españolas, el compositor traduce el folclórico para una cantante. Quiere volver a encontrar la esencia de su arte. Fijar gracias a la escritura el famoso duende que quema a los gitamos y músicos de flamenco. Perfectamente acompañada de Élodie Vignon al piano, Sarah Laulan nos ofrece la belleza de una llama, la imagen del fuego. El público español la celebra, como a un extranjero que empieza a hablar nuestro idioma, concentrándose en los matices y que nos hace tomar consciencia de la sofisticación de un idioma que usamos ya sin darnos cuenta.

Con Julien Brocal y Dana Zemtsov, no es el incendio de Atlanta sino una quimera. Algo intangible, salvaje e extraordinariamente natural. Nigun d’Ernest Bloch es pura inspiración.


 

El Fuego es mas difícil para los franceses: nuestro arte, sofisticado, esta a veces cortado a la raíz y nuestro idioma demasiado complejo. Para los ingleses también lo es, ya que desconfían de la naturaleza humana. Los alemanes, detrás de una eficiencia temible, están en un mundo ideal e ingenuo. Resulta más fácil para los rusos, españoles o africanos: el Fuego esta presente en sus genes.

Sin embargo, la verdad del fuego, fue, esta noche Isabelle Duthoit. Una artista que se produce con rareza y poco en los circuitos profesionales. La razón? El fuego asusta a los organizadores, a los agentes y al público. Estamos preparados para verlo en el cine, pero no en directo. Isabelle entra en el escenario en transe pero con un control absoluto; nos hace pensar a Janis Joplin, Nina Hagen o Björk. Nos recuerda a un animal, a una explosión de todos los sentidos, a una gruta profunda. Pero es única! Su amigo, el trompetista Franz Hautzinger se eleva a su lado, aunque ningún instrumento es tan bruto como la voz humana, y más la de Isabelle que grita la verdad hasta la obscenidad. Laure Stehlin y Robin Scott Fleming interpretan la civilización observando un fenómeno natural: parecen dos vulcanólogos en frente del Etna en erupción.

Con el Quinteto en Fa menor de Franck, Julien Libeer (piano), Rosanne Philippens, Caroline Goulding (violines), Dana Zemtsov (viola) et Camille Thomas (violonchelo) nos ofrecen uno de los grandes momentos de este festival. Con todo su arte y la belleza de su alma, se han tirado en el fuego de la pasión. Un fuego interior y profundo pero que puede abrazar el mundo como una cerilla encima de un tanque de gasóleo.

Después de la noche, el público se ha encontrado de nuevo alrededor del violonchelo de Camille Thomas. Con Bach, es al fuego de una estrella que esta maravillosa artista ha dado todo.

Vueltas en el aire

Sophie Gravier

Fanny Ardant pretende que deberíamos escuchar la música contemporánea estando dentro de grande bañeras de agua caliente o de leche perfumado. En la Donaira, es más rural y montañoso, pero el espíritu es el mismo. Primero subimos un camino hacía las alturas. Para un concierto celebrando el elemento “aire” parece natural. Se podría subir a ciegas. Sentir el alineamiento irregular de las rocas debajo de sus pies. A la izquierda, el romero resinoso, mas adelante, la lavanda, a la derecha un suspiro de hinojo. Se oye a lo lejos el ruido del rio que va a regar los tomates del jardín.

El aire se pone más espeso y entramos en el vientre de la noche. La piedra cruje debajo de los pasos, y la cascada se hace eco. Casi estamos. Entramos en una especie de cuadra con techo que flota en los aires y aloja un esplendido piano de cola. Un Steinway llamado deseo. Durante el día, tiene una vista que corta el aliento, la noche deja lugar a la imaginación. La luna está en virgo esta noche y Venus nos permite acostarnos sobre alpacas de paja cubiertas de algodón. Recuerdos de niñez en la granja, risas y olor de pan mojado en leche caliente

Ayer por la noche, para la noche Tierra, el hombre y los elementos eran Uno. La Tierra era nuestra audiencia. Esta noche, es diferente, estamos dentro del estudio del artista… que vive al aire libre.

Julien Libeer y Rosanne Philippens usan todo su paleta de colores en la Sonata para violín y piano de Ravel. Un poco más de violeta en el “blues” para evocar la tierra lila de Andalucía, y un plata vivo para el que « Perpetuum Mobile » se vuele. La alquimia sigue con Laure Stehlin y Robin Scott Fleming. Buscamos y cavamos el cielo como decía Baudelaire, preguntamos el silencio de la noche. La magia está en la yema de los dedos. De repente, Lidy Blijdorp canta con su violonchelo. Insólito, la noche goza... Después, el piano de Damien Westrelin y el saxofono de Gerald Preinfalk dialogan. La manera refinada y delicada que tiene Damien al tocar piano se casa perfectamente con la voz de un Paganini del Viento, un Eole de vientos. Con el genio de Preinfalk, el techo vuela. Solo sus dedos deciden si es medio día o medianoche. Pinta, si, pero con sangre, lagrimas, risas. La noche se termina con la voz generosa y el temperamento a flor de piel de Sarah Laulan. Julien Libeer vuelve para un homenaje a Aretha Franklin. Y viene la hora de hacer la fiesta: en La Donaira Apollon y Bacchus nunca están muy lejos.

Animal, no estamos mal

Sophie Gravier

Pura naturaleza musical. Destacada invitada del proyecto "Pause" en La Donaira (una especie de Villa Medici andaluza con la aprobación de Pierre Rabhi), la violonchelista holandesa Lidy Blijdorp se detiene cerca de nosotros.
 
Si es verdad que los músicos son animales extraños, entonces Lidy Blijdorp es música de los pies a la cabeza. O de la crin a las pezuñas. Delante de su chelo, ella es un pura sangre que corre por la montaña. En la vida, ella es "un pájaro", como dice su amigo y compañero Julien Brocal. Bonito cuerpo de garza, vestido de plumaje de colores brillantes, botines con toque étnico. Su risa estalla como un grito que se encierra en el silencio. Cuando habla, sus grandes ojos azules cobran vida y son su imagen. Las palabras saltan y saltan, staccato. El legado y todos los matices de su discurso están reservados para su diálogo con el instrumento.
 
"Mis dos hermanas estaban tocando violines. Mi madre me dijo: elige tu instrumento. A las seis, fui al concierto, vi el violonchelo y dije: ¡eso quiero!”. Su padre trabaja en los archivos del Ministerio de Cultura. Su madre enseña literatura inglesa. "Mi madre había estudiado música de joven. Ella tocaba con nosotros. Mi padre no lo hizo y mi hermano tocaba el piano. Un día, dijo: la música es cosa de chicas. Entonces mi padre sentenció, toca empezar. Él aprendió a tocar el oboe. Mi hermano continuó. Hoy es doctor y toca jazz. "
 
Lidy es la única músico profesional en la familia. Una de sus hermanas es también doctora, la otra profesora de bellas artes. "Fui muy tímida. Y tuve una muy buena maestra que me habló en imágenes, con colores. Es lo ideal para un niño”. Ella creció en Leiderdorp, un pequeño pueblo de Holanda. "No vi qué podía hacer más allá de la música, aunque me gustaban los idiomas ..." Luego se mudó a Bruselas para estudiar en La Chapelle con Gary Hoffmann. "Siempre fue muy claro en sus explicaciones. Gracias a él aprendí a pulir los detalles sin sacrificar la línea. "
 
A Lidy le gustaría componer y hacer jazz. "Tengo buen oído para la armonía, pero me falta tiempo. Tan pronto como quiero ponerme a ello, tengo un concierto”. La música clásica, sin embargo, lo llena de estos miles de millones de posibilidades abiertas al intérprete para pronunciarse. "Intento encontrar primero el carácter de la obra. Es lo mas importante. El resto fluye y es un trabajo sin fin. "
 
Ella conoció a Julien Brocal en La Chapelle. "Estaba tocando a oscuras, me acerqué. Él me dijo: toquemos juntos. Fue instantáneo. Respiramos lo mismo. Para su dúo, Lidy Blijdorp incluso hizo una transcripción para piano y violonchelo de Pictures at an Exhibition de Mussorgsky. A ella le gusta toda la música pero tiene debilidad por Ravel. Enamorada de su sonido, le gustaría tocar con el clarinete.
 
Nos habla de la orquesta cuando era adolescente. "Tocamos una nota y escuchamos una sinfonía, ¡es mágica! Luego agrega: "Lástima que es el director quién decide todo ..."
 
Lidy tiene un sueño en la música. "Viajar en un camión y tocar en cafés, de pueblo en pueblo…” Sus ojos azules están perdidos en el aire. La música los llama. La mujer-pájaro vuela a otros planetas. Dejémosla escapar. Y vayamos allí, al escenario.
 
Esta noche en La Donaira, bajo la encina, Lidy toca La Sonata de Ravel con la violinista Rosane Philippens.

La música como un modo de "ser" en el mundo.

Sophie Gravier

Laure Stelhin se convirtió en flautista a causa de una revelación tras escuchar una partitura de flauta de Bach cuando aún era una niña. "Si hubiese sido una partitura de violín, habría aprendido violín". Estudió en Estrasburgo antes de decidirse por el estilo barroco y conocer a Bartold Kuijken en Bruselas.

En 2010, cayó gravemente enferma. "Me di cuenta de que ya no aguantaba los sonidos agudos". Comenzó a tocar la batería para adentrarse en sonidos más graves y profundos. Luego se interesó en encontrar el equilibrio personal a través de los sonidos. Su enfermedad le hizo darse cuenta de que tenía que apartarse de la competitividad. Lo aprendió de una mujer estadounidense especializada en canciones chamánicas tradicionales. Poco después conoció a Robin.

Robin Scott Fleming es un músico autodidacta. "Cuando era niño, intentaba imitar cualquier sonido que pudiera escuchar". Su abuela vio en él esta sensibilidad por la música, como muchos de los miembros de su familia, pero quería mantenerse libre de esa presión. "Aprendí a tocar la guitarra solo. Luego la percusión. Necesitaba ritmo, en todo momento". Su primer flechazo fue con Bolero de Ravel.

Empezó a tocar en una banda de rock, cambiando de un instrumento a otro. Luego viajó a India, donde finalmente encontró su verdadera vocación: "Volví a casa con un sitar y la confianza de que la música era una experiencia espiritual más que cualquier otra cosa". Se convirtió en un improvisador, creando sonidos, y fue ahí que conoció a Laure.

Decidieron contar historias con sonidos, convencidos de que las vibraciones y la búsqueda de texturas y colores crean milagros en el cuerpo y la mente.

"Estamos realizando conciertos holísticos. El público se encuentra a nuestro alrededor en un círculo como rayos de sol y nosotros tocamos en el medio. Intuitivamente estamos improvisando para mantenernos con los elementos naturales: agua, fuego, tierra, aire y también la mente, el quinto elemento que une todo ".

Están utilizando sus voces e instrumentos: flauta de madera barroca para Laure, cualquier tipo de percusión para Robin. "Los cuencos de cristal tibetano crean una atmósfera única. La combinación de la flauta con la caja shruti es extraordinaria. El didjeridoo aborigen tiene efectos sorprendentes en personas autistas". También usan su talento creativo con otros materiales como conchas, rocas y semillas ... Después de la presentación, el público habla sobre sus emociones y describe lo que siente.

Grabaron un álbum llamado “Elements” que ilustra su trabajo como arquitectos de sonido, como pintores de vibración. "No hay nada religioso o intelectual en nuestro enfoque. Estamos trabajando mucho en ello, pero el éxito radica en que nos sentimos transportados sin poder explicar el por qué".

Laure expresa su avidez y pasión mientras que Robin parece más tranquilo. Ella es Aries (fuego). Él es Piscis (agua). Por lo tanto, el primer y el último signo del zodíaco lo que podría explicar su complementariedad. Como curiosidad, estos dos signos son también los más importantes en la carta astral de Jean-Sebastien Bach.

¿Cuál es el objetivo final de su experiencia sonora con el público? Laure se lo piensa. "Alegría ... en el sentido de alegría de vivir", dice ella. "Acercarse a los recursos que nos conectan con el mundo", agrega Robin.

El gran Bach no habría desaprobado esta filosofía musical ya que su Dios estaba lejos de ser moralista o sectario.